Si te va el pescado fresco, hay un restaurante en Osaka donde puedes ver cómo te mira a los ojos tu próxima comida. El exterior del establecimiento es como cualquier otro pero, al entrar, uno se encuentra con un barco gigante rodeado de un foso lleno de peces. Todo bien grande porque, en estas cosas, más es más.
El proceso es sencillo: llegas, alquilas una caña (el cebo es gratis), la lanzas al foso y, si hay suerte, te pescas la cena, momento de gloria en el que un camarero anuncia a la concurrencia quién manda en el muelle.

Suenan tambores y todo el mundo celebra el pescadicidio.
Luego, lo entregas al personal y eliges cómo quieres que te lo preparen: shashimi, a la plancha, hervido, frito o sushi.

Es más barato pescar tu propio pescado que pedirlo del menú. Una vez que hayas capturado un pez, no podrás devolverlo al agua.
Si eres vegetariano, cuando estés por ahí puedes apuntarte al ayuno intermitente.

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