Llegamos a Dubái y, claro, nos fuimos al mercadillo que nos recomendó la fuente más fiable a nuestro alcance: un camarero del barco. Meena Baazar es, ¿cómo definirlo?… Un falso zoco de alguna falsa ciudad india; y bien de brilli: Dubái en esencia. Cientos de tiendas hasta arriba de kurtis, saris, brilli, joyería, calzado y bolsos. Mucho oro y sastres que lo mismo te hacen un traje, que te dan el alto porque tus hijos están jugando a destrozar sus preciosos escaparates.
Con vistas a la ría de Dubái, está entre Al Fahidi Street y Khalid Bin Al Waleed Road y es facilísimo llegar en taxi, y más fácil aún dejarse allí los dirham.
Una pequeña y colorida india, más limpia, más ordenada y aséptica, quizás menos viva, pero tenían raj kachori en los restaurantes, muchos de ellos veganos puros, y con eso yo fui feliz. Volvería ahora mismo.
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