Información no solicitada sobre Marrakech
RESTAURANTES
Entre los restaurantes locales hay dos que nunca nos decepcionan. Son restaurantes familiares y sin pretensiones. En uno (no nos acordamos del nombre) la especialidad es pescado fresco y en el otro, Al Bahja, chuletas, pinchos morunos, cuscús y tajines. Bien de precio. Y deliciosos, especialmente el segundo. Están al lado de Correos, cerca de la Plaza Jamee el Fna, entrando por el arco.
En la misma calle, en frente, hay un sitio de cambio de divisas, que hace muy buen cambio, por cierto.
En la Plaza Jamaa el Fna se cena, y los mejores puestos para hacerlo son el 14 (hay otro con el mismo número, pero solo uno es el auténtico, y no tiene pérdida porque sus dueños se han encargado de ponerlo en un gran cartel), especialidad en productos del mar, y el 31, más de carnes. Lo menos barato de cenar en la Plaza son las bebidas. Una cena con varios entrantes, pescado, calamares y pan puede salir por menos de cinco euros por persona (puesto 14). Añadirle dos refrescos incrementa el precio, al menos, un 50 %. Nosotros usamos el viejo truco de sentarnos siempre donde haya gente local comiendo. ¿Inconvenientes? Si uno termina en el puesto equivocado, pueden clavarle más que a Cristo en el Gálata, más que a las compañeras de reparto de Nacho Vidal, más qu… ya me abofeteo yo sola. ¿Y cenar ahí con niños? Sencillamente, genial… Siempre que a los niños en cuestión les guste el pescado, los calamares, el cuscús, la harira, el tajine o los caracoles. En caso contrario, se puede usar el comodín de las brochetas de pollo, las patatas fritas y el pan. Además, a los pequeños siempre los tratan como reyes y, si son bebés, te los piden prestados para hacerles fotos y, con suerte, te agradecen el gesto invitándote a la cena. A nosotros nos ha pasado más de una vez.
Hermanos comehierbas, también hay sitio para nuestros estómagos conscientes en estos puestecillos: berenjenas, tomates y papas fritas a porrillo. Y más pan. A pesar de la poca variedad de platos vegetarianos, me encanta cenar en la Plaza Jamaa el Fna porque, al final, la comida es lo de menos.
Un paréntesis, para relamernos, merece el agradable restaurante Dar Chef. Lo tiene TODO. Comida sabrosa, saludable, local y hecha con ingredientes frescos. Además de la cálida atención, sus clases de cocina son una forma estupenda de echar una mañana divertida y productiva en Marrakech. En ellas se concentra un mejor conocimiento de la cultura marrakechí, con visita al mercado de la Plaza, recorrido por la medina y adivinanzas árabes. Y la correspondiente enseñanza gastronómica, claro. Impagable.
Hay otro restaurante, más turístico, con música en directo y danza del vientre. Tiene de especial que ahí rodaron parte de la película ‘El hombre que sabía demasiado‘. Se llama Dar Essalam y la comida no está para tirar cohetes, ni falta que le hace. Merece la pena.
Por el barrio de los artesanos se come mucho y se come bien. Por ejemplo en el Limoni, cuyo dueño es un elegante arquitecto italiano, Adriano, que colecciona, además de camareros monos, bolas de cristal de distintas ciudades del mundo. Nosotros le llevamos una de Madrid, bien de bolitas de corcho y purpurina, y se lo recordamos a gritos cada vez que aparecemos por allí: ¡Mira, esa es nuestra bolaaaaa! Por alguna razón misteriosa, él nos devuelve el detalle poniéndonos cara de circunstancias. La comida es exquisita, el lugar elegante, decorado con gusto y sencillez, nos tratan bien, hay comida para todos los paladares (incluido el del fino paladar de Niña 2) y… prueba a no salivar recordando su pasta al limón. También regalan caramelos con la cuenta. Un montón.
Hotel Islane. Tiene restaurante en la azotea y está en frente de la Koutoubia. Comida normal y vistas preciosas. Cerca, en una calle paralela, Rue Fátima zhra R’mila, estaba el Café Snack Chawarma, barato y para chuparse los dedos, pero que no aguantó el embiste de la pandemia.
La Famille: Vale que es borde y distante el personal que te atiende en este restaurante ¿seré poetisa sin saberlo?), pero solo si no tienes reserva. Si tienes reserva, la cosa cambia. Sí, suele estar lleno y, sí, es difícil reservar (solo se puede en persona o por teléfono) y, encima, si te retrasas un poco, de los cinco platos habituales de la carta igual solo les quedan dos, PERO la comida está increíblemente buena y, mon dieu, es vegetariana. Venden un libro de cocina con sus recetas, también joyería y artesanía diseñada por la dueña. Está al lado del Palacio de la Bahía. Solo abre a mediodía (¿otra vez rimando?).
En la Rue des Banks están el Babouche y La cantine des Gazelles. En ambos se puede encontrar gastronomía típica y también comida rápida (es un decir, porque tardan la tira en llevarla a la mesa). Tajines y cuscús en perfecta armonía con pizzas, paninis y hamburguesas. Sus chefs no están titulados por Le Cordon Bleu, pero te salvan el día, especialmente si Niña 2 se convierte en Niña de Shreck cada vez que que huele a comino. En el Babouche, de vez en cuando, aparece un jovencito con guitarra para ligar con las turistas y el espectáculo es gratis. Por esa zona había muchos restaurantes del estilo, como Bakchich Café, comida rápida y razonablemente buena. Nuestro favorito era el pequeño Roti D’or. Estaba en la Rue Kennaria (ahí al lado), pero lo cambiaron de local y de zona. Ahora, más pretencioso y más vacío, está en Taoualat Ben Saleh 64 (aka a tomar por culo). Tienen burritos, falafel, quesadillas, hamburguesas (también vegetarianas), mojitos sin alcohol… también rico, limpio e internacional….
Otros que molan:
El Café de las Especias, en la Plaza del mismo nombre. Bocadillos y similares. Tienen unos sombreritos, los mismos desde hace doce años (mínimo), con los que uno puede hacerse fotos con la Plaza de fondo.
La Patisserie des Princes, una pastelería/heladería muy buena. Está llena de avispas pero parece que a nadie le molestan. Calorías vacías y placer culpable.
En casi ninguno de estos sitios sirven alcohol. En Limoni tienen vinos y en Les Jardins de la Koutobia cerveza.
No podemos olvidar los puestos de zumos de frutas de la Plaza. Los de naranja no tienen competencia, y llegan a venderse hasta 600 diarios por puesto. Mejor pedirlos recién exprimidos. Y, si te gusta beber al límite, los de granada, aguacate, papaya… son una opción a considerar.
COMPRAS:
El zoco y los puestos de la Plaza de las Especias, manteros y tiendecillas cerca de la Plaza Jeema el Fna no tienen rival en lo que a pillar tus dirhams se refiere. Regatear hasta que alguno de los litigantes colapse es el límite, teniendo en cuenta que Marrakech es superturístico y caro. Cuero, pashminas, lámparas, falsificaciones de ropa, bolsos, joyas, aceite de argán, especias, figuras de madera, cajitas con compartimento secreto, toda la parafernalia que se requiere para tomar el té, objetos decorativos, cuadros… Para mí, esas son las mejores compras. O sea, todo.
A nuestros hijos les compramos ropa graciosa: camisetas y alguna chaquetilla de lana tipo perroflauta muy barata (a los vendedores ambulantes que vienen de las montañas o de África subsahariana y se ponen de noche cerca de la Plaza Jamaa el Fna) y juguetes, animales de madera o cuero y algún instrumento musical artesano.
Pero hay vida más allá del zoco (aparte de los centros comerciales, como el Menara Mall, o los supermercados, como el Carrefour que está al lado de la Koutoubia). EPor ejemplo, el Centro Artesanal, en la venida Mohammed V (a 5 minutos de la plaza de la Koutoubia, place de la Liberté) o la Galerie 127, en la misma avenida.
Más consejos no solicitados:
Te perseguirán vendedores callejeros y buscavidas que te quieran llevar al huerto. Ignóralos. Es mejor no preguntar en la calle para ir a un sitio (se te pegan como lapas y quieren dinero luego), sino en comercios.
Nosotros, en general, aprendemos a decir cuatro cosas en árabe para congraciarnos (gracias, hola, adiós, si dios quiere y, desde que viajamos con los niños, perdón), practicamos la paciencia, huimos de las mujeres que te pintan con henna (aunque caemos una y otra vez en sus redes) porque siempre les parece poco el dinero que les das y no hacemos fotos a la gente sin su permiso. Cuidado con los buscavidas de la Plaza: aguadores, bereberes, vendedores de dientes… se enfadan si no les das dinero después de fotografiarlos.
NO SE VAYAN TODAVÍA, AÚN HAY MÁS
No damos dinero a los mendigos, y mucho menos a los niños, no compramos nada los primeros días y no cogemos un taxi para ir a un sitio dentro de la ciudad por más de treinta dirhams (en cualquier caso, hay que regatear el precio antes de subir a uno).
También pasamos de las atracciones con animales (monos, serpientes, calesas de caballos). Los caballos pasan su vida con los ojos tapados y encadenados a una calesa, a las cobras les cortan los colmillos y las atontan, a los monos los disfrazan de flamenca, de futbolistas… Da mucha pena.
Visitas de interés y excursiones
Puedes hacer alguna excursión a la playa o las montañas y sus cascadas. O a ciudades vecinas, como Ouarzazate.
Pero fotos preciosas vas a sacar en todas partes. Hay visitas guiadas en español, algunas gratis, y a mí me encantaron
Si decides dar una vuelta por el hotel La Mamounia, para ver lo bonito y lujoso que es, hay que ir con vestido o pantalón largo y quizás ahora no dejan entrar a los no clientes fuera de un horario concreto.
Y si te gusta y puedes ¡ve al cine! Hay uno cerca de la Plaza y, si ponen alguna de Bollywood, que a veces la ponen, es una experiencia para recordar
Precauciones mínimas. Cuidado con el agua (no sé de nadie que se haya puesto malo por una ensalada, ni yo, que comía todos los días algo con tomate y lechuga, pero mejor no bebas del grifo y yo, que soy un pelín miedosa, me lavaba los dientes con agua mineral).
En resumen, disfruta la ciudad sin miedo. Es segura, limpia y maravillosa.
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