Rodeado por una hermosa costa por un lado y un desierto dorado por el otro, su diversidad y contrastes han convertido a Marruecos en uno de los países de África con más gancho para los turistas de todo el mundo.
(información actualizada el 2 de julio de 2022)
Rodeado por una hermosa costa por un lado y un desierto dorado por el otro, su diversidad y contrastes han convertido a Marruecos en uno de los países de África con más gancho para los turistas de todo el mundo.
En Marruecos se encuentran los picos más altos del norte de África y de las montañas del Atlas, como el Jebel Toubkal. Desiertos, playas, ciudades modernas con un corazón antiguo. Grandes urbes y pueblos de mala muerte. Oropel y sencillez. Lo tiene todo.
Riads, jaimas (si optas por dormir en el desierto), hostales, hoteles, Airbnb (del que habrás oído hablar. Quién no), incluso ecolodges (como este de Ouarzazate). Los hay limpios, baratos y bien situados, lujosos, mugrientos, con o sin piscina… Si quieres que te ayudemos con la elección, dependiendo del lugar, y de lo rarito que seas, sigue leyendo.
En Marrakech, los riads son nuestros preferidos. Algunos se encuentran en la Medina (zona de la ciudad amurallada), muy cerca de donde merece la pena estar, como la Plaza de Jeama el Fna, pero los hay por toda la ciudad antigua. WiFi gratis y un desayuno tradicional a base de pan, miel, mermeladas, aceitunas, zumos y tés. ¿Cómo resistirse? Suelen estar regentados por franceses y, según explica Wikipedia, el fenómeno de los europeos en la medina de Marrakech en un primer momento era algo esporádico, pero a mediados de los noventa estalló el boom, con la contribución determinante de un programa de la televisión francesa que explicaba cómo en Marrakech, con el dinero de un pisito en París, se podía comprar un riad, un verdadero palacete, y vivir a lo grande. Y así fue como, en pocos años, en la ciudad nació el pueblo del riad, una comunidad heterogénea que tenía en común las ganas de inventar un nuevo estilo de vida. Hoy, tener casa en Marrakech es un sueño cada vez más practicado y caro. Los precios han subido, aunque siguen siendo inferiores a los de las grandes ciudades europeas.
En Ouarzazate hay poca variedad a buen precio. Peeeeeero, a poco que uno se rasque el bolsillo, puede encontrar lujo y paz en las villas y kasbahs tradicionales reconvertidas en hoteles de boato.
La capital de Marruecos, Rabat, hechiza por su autenticidad, además de por sus alojamientos exquisitamente decorados. Una buena zona para quedarse es la medina, aledaña a la playa (pelín contaminada, pero desde la que se pueden ver bonitos atardeceres).
El encanto de Agadir es incontestable. Los hoteles con piscina para turistas acalorados se reparten por toda la costa. Cuanto más cerca, más caros
La variedad de sitios donde dormir en Chefchaouen, que en bereber significa «mira los cuernos», es escasa. Un buen hostal puede ser una solución encantadora y práctica. La recomendación general es que, en invierno, hace mucho frío y pocos lugares tienen calefacción, por lo que conviene llevarse un saco de dormir.
A orillas del mar se eleva, como una diosa pagana, Casablanca, el corazón económico de Marruecos. La parte antigua y sus calles cercanas son ideales para moverse desde ahí.
La ciudad amurallada de Fez, Fes El Bali, Patrimonio Mundial de la Unesco, es famosa por los ricos ornamentos y belleza de sus riads. Parecen palacios pero, al caer la noche, hay que tener cuidado con los cortadores de cuellos que ratonean por sus calles. Las posibilidades se multiplican con la opción, menos romántica, de dormir en la Nouvelle Ville.
Marruecos tiene todo lo que gusta a los niños, por lo menos, a los míos: animales en libertad, alojamientos preciosos, comida deliciosa, actividades diferentes, colores, olores, música y curiosidades en cada esquina. Aquí, los niños son los reyes. Nadie te pedirá permiso para besarles la cabeza cuando vayas con ellos por la calle. Les regalarán chucherías, los dejarán amasar pizza en los restaurantes, tocarlo todo en el zoco y les aplaudirán al bailar en las plazas.
«La actividad sexual entre personas del mismo sexo es ilegal. Los homosexuales masculinos se ven marcados por la hshuma (‘vergüenza’) y el haram (‘pecado’), en una sociedad en la que la distinción entre gais activos y pasivos sigue siendo muy grande. La homosexualidad femenina, el sihaq, no se menciona en el Corán, pero se mantiene oculta de igual manera, y apenas ha sido tratada o estudiada.» (Wikipedia).
Normalmente, vemos documentales y vídeos en Youtube, leemos otros blogs, peinamos Tripadvisor y repasamos todas las guías que caen en nuestras manos. Además, buscamos literatura relacionada con Marruecos (apunta: Juan Goytisolo y Paul Bowles) y alguna película gafapasta. Por último, interrogamos con foco a conocidos o amigos que hayan viajado, vivido o nacido allí.
mayo 27, 2022
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