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Del hechizo de Varanasi caímos en las garras de un pueblo llamado Sarnath (foto de abajo), en donde Buda parece que se entretuvo contando a los cuatro vientos lo que descubrió en su camino espiritual hacia la iluminación.
¿Qué quién es Buda? Nació en Nepal (por accidente, que su familia era de la India) y lo llamaron Siddhartha. Su padre era un rey, y su madre, la reina Maia, murió justo al nacer él. Un sabio brahmán profetizó que llegaría a ser un gran maestro religioso, y como al padre no le hacía ninguna gracia la idea, intentó alejarlo de toda sensibilidad espiritual,sobreprotegiendo su conciencia del sufrimiento propio de la vida durante 29 años, en los que el joven príncipe vivió rodeado de lujos y comodidades.
Pero hete aquí que Siddhartha comenzó a sentir curiosidad por conocer cómo eran las cosas en el mundo exterior, y se puso tan pesado que, finalmente, salió de palacio y descubrió que existían conceptos totalmente desconocidos para él hasta entonces, como la vejez, la enfermedad y la muerte. Y se quedó pillado con la idea. Así que se rapó la cabeza y, ataviado con la única posesión de los harapos que lo vestían, se lió la manta a la cabeza y abandonó su hogar, dejando atrás esposa e hijo, en busca de la iluminación.
Practicó la penitencia física durante seis años con otros ascetas, aprendió de diferentes maestros, dio muchas vueltas, dejó de comer… pero no había manera. Finalmente, Siddharta comprendió algo que nuestras abuelas ya nos recordaban a cada paso sin haberse iluminado ni nada: que en el medio está la virtud.
Luego meditó y meditó, y alcanzó el Nirvana.
Entonces se fue a Varanasi, una ciudad con renombre espiritual ya en aquellos lejanos tiempos, cruzó el Ganges y se dirigió a la cercana Sarnath, en busca de sus antiguos compañeros itinerantes, a quienes contó lo que había descubierto. Ése fue su primer sermón, un día de luna llena del año 528 A.C., el que puso en movimiento la rueda del Dharma budista.
Y a medida que el budismo prosperaba ganando más adeptos, esta ciudad se convertía en un importante foco de atención y devoción.
Tras muchos siglos, y una accidentada historia sobre sus espaldas, Sarnath hoy sigue siendo uno de los cinco lugares más sagrados para los budistas y atrae a gente de todo el mundo.
Aunque lo que más nos gustó de este pueblecillo un poco matarile no fueron sus numerosísimos templos, sino el paisaje humano que andaba, jugaba y dormía por allí.




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