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Todo huele un poco diferente en el Disneylandia de Tokio. Todo parece mucho más limpio, festivo y brillante que allende sus fronteras. Es un universo paralelo de calles floridas, tiendas de objetos preciosos y colorida fantasía. La orejas de ratón son un requisito y usar la palabra “ilusión” en una de cada dos conversaciones es ley. Gotas de magia pueden hechizarte en cualquier momento. Se respira un ambiente agradable y 16 millones de personas saltan felices a tu alrededor. 16 millones de cálidas sonrisas.
Y lo odio todo.
Sí: odio. Odio estar un día entero atrapada en la camisa de fuerza invisible de la diversión, con cara de pardilla tras plantearme hipotecar mi casa para pagar las carísimas entradas del Reino Mágico. Me fastidian las colas, me da vergüenza que mis hijos me vean pasar miedo en la montaña rusa a oscuras y me molesta, en fin, que vendan la ilusión al peso. Para mí, ilusión es que me toque la lotería, o poder ponerme unos vaqueros de la talla 38 sin faja. Lo que hacen en Disenyland es un espectáculo de humo y luces aderezado con chaparrones de azúcar que ríete tú de de los colocones con peyote de Carlos Castaneda en Las enseñanzas de don Juan.
No es magia.
Es un insulto a la belleza.
Una patada al arte.
Una oda al hastío.
A mis hijos les encantó. 🤦🏻‍♀️ #tokyodisneyland #tokio #tokyo

También se puede visitar Tokyo DisneySea, al lado del otro y muy parecido, pero mojándote.

Información práctica:

Si consideras que el harakiri no es lo suficientemente doloroso para ti, puedes visitar el parque en su horario de 9 a 21 horas.

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Aquí dejo su web: https://www.tokyodisneyresort.jp/tdl/

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